Caracas, 28 de junio de l940
Dr. Augusto Pi Sunyer (1879-1965). Médico Catalán, investigador, humanista, catedrático-investigador en las Universidades de Sevilla, Barcelona (España), Buenos Aires-Argentina, México y Caracas. Titular de la Cátedra “Ramón y Cajal” Buenos Aires, Fundador del Instituto de Medicina Experimental (Facultad de Medicina, UCVVenezuela) (1939-1943) y Miembro Honorario-fundador de ASOVAC.
Al acto inaugural, que se cumplió a las 12 m., asistió el Señor Presidente de la República, General Eleazar López Contreras, acompañado de su cuerpo de Edecanes; así mismo el Ministro de Educación Nacional, Dr. Arturo Uslar Pietri; Rector de la Universidad Central, Dr. Antonio José Castillo; Gobernador del Distrito Federal, General Elbano Mibelli; Prefecto del Departamento Libertador, Capitán Luis Rafael Pimentel, y una distinguida representación de nuestros círculos médicos.
El Dr. Augusto Pi Suñer, Profesor de la Cátedra de Fisiología de nuestra Universidad Central y Director del recién inaugurado Instituto, recibió a los asistentes y acompañó al Primer Magistrado y a su comitiva a recorrer los diferentes departamentos que integran el importante establecimiento.
Luego de declarar el Ministro inaugurado el Instituto, el Doctor Pi Suñer pronunció un discurso:
“El Instituto de Medicina Experimental es el resultado de una feliz conjunción de iniciativas y circunstancias favorables. Existe de siempre una tradición científica en Venezuela. Vargas, Cajigal son nombres señeros surgidos al constituirse la Nación. Su obra perdura y su influencia la sentimos todos al través de largos años.
En el campo de la Biología destacan durante más de un siglo los naturalistas. Es tal vez el paso de Mutis, de Humboldt. El estudio de la flora y la fauna del país ha encontrado y sigue encontrando entusiastas. Entre los médicos investigadores predominan los parasitólogos. Estos constituyen una escuela nacional con características propias, merecidamente apreciada en el mundo entero. El conocimiento exacto de las enfermedades autóctonas, producidas por infestaciones, interesó a los médicos venezolanos, que han elaborado así una ciencia propia, determinando la naturaleza de importantes parasitosis e infecciones. Estos trabajos son de la mayor importancia, porque, aparte de su interés científico, el perfecto conocimiento de la patología propia de Venezuela, permite una actuación defensiva, sanitaria, inteligente y eficaz.
Citemos unos nombres que ilustraron la parasitología, y alcanzaron fama internacional: el gran nombre de Beauperthuy, Rangel, después Tejera, Jesús Rafael Rísquez, Juan Iturbe, Núñez Tovar, Romero Sierra, Rafael González Rincón, Alberto Fernández, etc. Entre los jóvenes, Torrealba, Iriarte, Pifano… Es seguro que olvidé alguno, y le pido excusa. En Venezuela ha habido además, organizadores, orientadores, maestros. Razetti, Francisco Antonio Rísquez, hoy Izquierdo, y otros más… La teoría de los grandes médicos venezolanos es larga y distinguida.
Cuando ha llegado el momento de la ciencia desinteresada, ha encontrado brillante acogida entre vosotros, No sólo despiertan vuestro interés los problemas que permiten aplicación práctica inmediata; hay otros que parecen de utilidad lejana y, sin embargo, poseen enorme valor gnoseológico y su huella sobre la vida se manifiesta profunda y acaso bien pronto. Será de mucha utilidad el conocimiento de un parásito factor de enfermedad, que se desarrolle y pulule entre nosotros; pero será tanto y más útil saber las condiciones que exija tal parásito para vivir y las maneras de reaccionar el organismo animal, el organismo humano ante su presencia.
La medicina va acercándose a la ciencia a medida que se extienden y fortifican sus fundamentos. Sin estos fundamentos racionales, la medicina es empirismo, es teoría en el aire, es sistema, es fantasía o negocio. ¡Todo menos ciencia! Una recta apreciación de la realidad clínica y una observación en el laboratorio, según riguroso criterio experimental, crean la medicina segura, cierta, real. El camino es duro y dilatado, pero el premio es la verdad.
En todo el mundo se constituyen centros de investigación científica. Centros que corresponden a los más diversos dominios del saber humano. Y si es así, la fundación de centros de estudios original y refiriéndose a diferentes modalidades de las ciencias médicas y en particular de sus materias básicas, se extiende con la mayor profusión.
La civilización americana había de seguir esta ruta. En un cuarto de siglo se ha dado un bello florecimiento de instituciones y de escuelas médicas científicas en el Continente.
Tuve la fortuna, en 1919, de ser enviado en misión desde España a la República Argentina y al Uruguay. Pude apreciar entonces el fuste de algunos de sus hombres de Ciencia. El insigne fisiólogo argentino Bernardo A. Houssay -la figura más representativa entre los científicos latino-americanos- fué puesto entonces en evidencia y elevado al merecido lugar que hoy ocupa. La cátedra de Fisiología, el Instituto de Fisiología, de Buenos Aires irradian desde entonces luz brillante y los investigadores que allí se formaron son innumerables y de fama general. También otros núcleos de Investigadores argentinos son honra de su patria y la obra que realizan de la mayor importancia. Señalaremos los trabajos trascendentales de Roffo en los dominios de la cancerología, de Escudero en los recambios metabólicos y sus disturbios, la labor clínica de Castex. Y podríamos añadir otros nombres a la sumaria relación.
También en el Uruguay despertó el interés por los problemas científicos: Abelardo Sáenz, hoy jefe de Sección en el “Instituto Pasteur” en París. Mussio Fournier, J. A. Collazo. Y en Chile, con Cruz Coke, con Lipschutz, con Nicolai, con Jaime Pi Suñer temporalmente y después con los discípulos de éste, hoy profesores de renombre, Huidobro y Croxatto.
En el Brasil después de Oswaldo Cruz, después de Chagas, destacan como astros de primera magnitud los hermanos Ossorio de’ Almeida; Carlo Foa fué llamado a Sao Paulo. El Perú ha visto a Guzmán Barrón, a Monge y Paz Soldan y México a Ocaranza, Izquierdo, Rosenblueth, el colaborador de Cannon. A México ha llegado un importante número de fisiólogos y bioquímicos españoles de primera categoría y también médicos científicos de otras especialidades. Cuba flamea siempre como una bandera el nombre de Finlay.
Es de esperar que siendo tantos los hogares caldeados, algunos de los cuales mueven ya máquinas a pleno rendimiento, la investigación original alcanza en breve plazo, en la América del Sur como en la América Central, tanta o aun mayor densidad que en los países que más se hayan distinguido por la magnitud de su obra.
No olvidemos en esta relación los Estados Unidos del Norte. Ocupan hoy en el mundo a este respecto uno de los primeros lugares. La civilización pasa a América y es inmenso el porvenir del Continente. Desde el origen de la humanidad la civilización fué desplazándose en sentido opuesto a la rotación terrestre: sigue el curso del sol! Va de Oriente a Occidente. Fué primero en América, después en Asia, en Europa Oriental-Grecia- en Europa Occidental hasta ahora; vuelve a América después de miles de milenios. La catástrofe del siglo XX no hará sino apresurar este tránsito.
Venezuela se ha percatado de todo eso. Venezuela ha tenido un maestro en Ciencia experimental; ha tenido un gran fisiólogo, mordido por la sagrada vocación, José Gregorio Hernández. Experimentó sobre animales, dió clases prácticas en su modesto laboratorio de la Escuela de Medicina, hizo venir instrumentos del extranjero, instrumentos que nos sirven todavía, y despertó el interés en algunos. Existen entre vosotros precedentes a que rendir tributo y en el solemne acto de hoy quiero evocar su memoria con todo respeto. He de dedicar, además, una cordial salutación al profesor Francisco Guevara que dignamente, durante unos años, rigió la cátedra de Fisiología.
Dos jóvenes fisiólogos marcharon becados al extranjero para completar su formación. Cabrera fué a Gante trabajando con Cornelius Heymans, el ilustre sabio galardonado este año con el premio Nobel de Medicina, y García Arocha se dirigió a New Haven al lado del gran maestro que es John Packard Fulton en la Yale University. A su regreso ocuparán lugar de primera fila en nuestras huestes y estoy seguro de que se complacerán y realizarán obra valiosa en el Instituto de Medicina Experimental, instrumento el más adecuado para que las adquisiciones que hayan realizado encuentren aquí plena expansión.
¿Como llego a ser este Instituto de Medicina Experimental? Se han dado en su favor múltiples circunstancias que lo han hecho posible. El año pasado encontrándome trabajando en París, por cuenta del Comité de la Recherche Scientifique, el doctor Enrique Tejera, Ministro entonces de Educación Nacional, me honró con un contrato para que actuara en esta Universidad. El Ministro había conseguido, por otra parte, de las Cámaras Legislativas, una importante asignación para material científico con destino a la Universidad; para dotar los laboratorios de nuestro primer centro docente. De esta cantidad pudo destinarse una parte para el Instituto, para la adquisición del primer instrumental necesario, que podría adjuntarse al poco que existía ya en el Gabinete de Fisiología de la Escuela de Medicina. Pensó además, el Dr. Tejera a raíz de la llegada, que podrían aprovecharse estas dos casitas en que ahora nos encontramos para la instalación, que juzgaba provisional, de una Institución de ensayo. El Rector de la Universidad, Doctor A. J. Castillo, siempre bueno, conocedor, bien orientado y entusiasta, colaboró desde el primer momento y con todo calor a esta iniciativa. Pusimos, el Rector y yo, manos a la obra, invirtiendo los meses de julio, agosto y septiembre, en el estudio de los medios más seguros y eficaces de llevar a término el proyecto. Establecimos la lista de material que debía ser adquirido, contando con la parte de la consignación global a la Universidad de que podíamos disponer. Según la idea del Rector debía constituirse un Instituto donde se darían lecciones teóricas y prácticas de determinadas materias experimentales y donde se iniciaría una labor de investigación. Sería el ideal que en este Instituto se enseñara Fisiología, Fisio-Patología en conexión con la cátedra de Patología General -que contará seguramente desde el curso próximo con un servicio clínico en el Hospital Vargas- la Bioquímica o Física y Química Médica, y acaso la Terapéutica; que se estableciera en él un núcleo de enseñanzas básicas entre las que forman los estudios de Medicina.
La creación del Instituto de Medicina Experimental y su funcionamiento quedaban facilitados grandemente por la existencia del Instituto de Cirugía Experimental, que tan importantes frutos ha rendido bajo la sabia dirección de mi estimado amigo y compañero el Profesor Corachán. La vecindad de ambas instituciones, la comunicación establecida entre ellas permitirá obra conjunta en muchos aspectos, con lo cual el rendimiento de uno y otro instituto será máximo. Paralelamente a la labor pedagógica, desarrollaremos el trabajo de Investigación original porque pensamos, tenemos plena confianza, en que podemos interesar a gente joven y quizás a personal de otra edad que sientan vocación de hombre de ciencia. El entusiasmo en estas cuestiones es contagioso: la inercia más difícil de remover es la de los primeros momentos.
A poco de iniciar estos trabajos, el Instituto logró, cabal realización. Constituyóse por una disposición del Ejecutivo Federal. El actual Ministro de Educación Nacional, Profesor Uslar Pietri, al advenir al Ministerio, hizo suya con fervor la idea y no faltaron ni un momento su entusiasmo, su fervor y su consejo. Pudo lograr sumas complementarias para la instalación, las cuales han hecho del Instituto una fundación, en realidad, importante. Al Ministro se debe, igualmente, la inclusión en el Presupuesto Nacional de las asignaciones necesarias para el funcionamiento del Instituto. Su activa intervención ha hecho del proyecto una obra.
Todo el personal del Ministerio desde el Director de Enseñanza superior, Augusto Mijares y por la simpatía demostrada, también los Directores de Cultura, uno en pos del otro, Mariano Picón Salas y José Nucete Sardi, el Jefe Administrativo, Vicente Fuentes, empleados de toda categoría, colaboraron siempre con igual desvelo.
Y del mismo modo nos ha sido preciosa la intervención del Ministerio de Obras Públicas, comenzando por el Ministro, Ciudadano Jorge Aguerrevere, los Directores de Edificios que se han seguido, Eduardo Mier y Terán y Armando Vegas, y el Ingeniero Director de las obras, Carlos Martínez. Este ha demostrado, hora tras hora, el mayor interés por la Institución, en una labor tenaz que ha logrado la feliz adaptación de estos viejos Edificios a sus nuevas funciones, con tan feliz éxito que parecen haber sido construidos ahora y ex profeso para el oficio a que se les destina. La instalación ha resultado perfecta y tiene facilidades de ampliación que serán sin duda y en fecha próxima de mucha utilidad.
En todas partes ha encontrado el Instituto ambiente favorable. En la Universidad. Además del Rector, cuya decisiva intervención ya se ha señalado, los dos Vice-Rectores, primero el Profesor Amador Octavio, ahora el Profesor González Gorrondona, el Secretario Doctor Gordils y todos los funcionarios del Rectorado, Secretaría y Administración. El Claustro de Profesores de la Universidad ha demostrado en general su satisfacción y de manera particular el Claustro de Profesores de la Facultad de Medicina, con su Decano, Profesor Peña, y el Director de la Escuela, Profesor Luciani, a la cabeza.
Muy brevemente me he de referir al personal del Instituto. Es natural que se sienta emocionado por los resultados conseguidos: citaremos al Jefe de trabajos Prácticos, doctor Fernández Ruiz y el Preparador, bachiller Granier Doyeux. También merece mención especial el ecónomo del Instituto Julio Andrade, que no ha descansado en las tareas, no ciertamente suaves, de instalación y preparación. Todos los demás empleados, hasta los más humildes, trabajaron con laudable dedicación. ¡A todos las gracias en este momento!
El Instituto está en marcha. Nuestro propósito, como antes hemos dicho, es la enseñanza de unas disciplinas médicas, comenzando por la Fisiología, en las mejores condiciones posibles. Enseñanza teórica, demostraciones prácticas individuales, realizadas por los mismos alumnos. También sesiones de seminario, organización bibliográfica, estudio de fuentes, información, colección y clasificación de fichas. Discusión de viejos problemas científicos y, al lado de ellos, de las más recientes adquisiciones.
Para ello será necesario reunir una biblioteca, suficiente de obras clásicas y de las novedades más relevantes. En nuestra Biblioteca especializada, Fisiología, Biología, Bioquímica –del Instituto de Fisiología de la Universidad de Barcelona, fundado por el gobierno de Cataluña– habíamos reunido en pocos años más de veinte mil títulos, catalogados por mis dos bibliotecarias. Esto constituye un instrumento de trabajo imprescindible. La biblioteca del Instituto en el presente no existe, pero el Ministro de Educación se ha mostrado una vez más ejemplarmente solícito y así es de esperar que este aspecto de la organización del Instituto se vea próximamente iniciado y que nos sea posible la organización del fondo informativo, sin el cual no es posible la investigación ni tampoco la enseñanza. Una vez en marcha la Biblioteca, va creciendo rápidamente por el aporte de fisiólogos amigos y los resultados del cambio de publicaciones, cuando nuestros trabajos nos permiten un volumen de comunicaciones de bastante consideración.
Para formar programas de investigaciones subsisten cuestiones que nos habían ocupado y que siguen siendo dignas de estudio. Publicamos durante veintiocho años los “Treballs de la Societat de Biología”. En sus copiosos volúmenes se encuentra la totalidad de la obra de nuestra escuela. Difundidas por revistas de distintos países y de diferentes idiomas aparecieron numerosas memorias propias y de gran número de colaboradores y discípulos. Comunicaciones a los Congresos Internacionales de Fisiología expusieron también los resultados más importantes. Forma de corpus de nuestra doctrina lo conseguido al estudiar la sensibilidad interna en general, la sensibilidad respiratoria, la sensibilidad trófica, los procesos de unificación de funciones, las funciones fijadoras hepáticas, la de secreción renal, el metabolismo intermediario de los glúcidos, los procesos anaerobios en el recambio nutritivo, etc., etc. Hay temas en el telar bastante para despertar la curiosidad y el interés de múltiples aspirantes a fisiólogo. Esto aparte de otras cuestiones que irán apareciendo, dignas de estudio.
Al rememorar los trabajos que llenaron mi vida permitidme que por un momento dé expansión a mi melancolía. El dilatado cenáculo científico del Instituto de Fisiología de Barcelona, reunido por treinta y cinco años de labor colectiva, formado por hombres de gran valer, muchos de ellos devenidos profesores del mayor prestigio en diversas Universidades españolas, anda hoy disperso por el mundo, con tantas otras representaciones selectas de la España intelectual. En este momento solemne no puedo olvidar a mis colaboradores de siempre, a mis discípulos, a mis amigos y toda esta afección quiero condensarla en un nombre representativo, mi fraternal compañero, gran maestro Jesús María Bellido, a quien envío un saludo a través del mar. Y excusa esta flaqueza emocional en el día de hoy que es una vez más de creación.
Los temas que quedan indicados como objeto de posibles investigaciones son estrictamente científicos. Pero un Instituto de estudios biológicos no puede desentenderse de la realidad vital, de la masa social, en que se asienta. Las condiciones en que se desenvuelve la vida de los ciudadanos, las características raciales, las peculiaridades étnicas, el biotipo nacional, merecen atento estudio. Problemas como el de la alimentación colectiva, del tono metabólico, de las posibilidades y hábitos nutritivos, etc. Para no citar más que unos ejemplos, han de ser motivo de trabajos que reporten resultados prácticos tangibles. Es así como, de acuerdo con el ciudadano Ministro de Sanidad y Asistencia Social, Doctor García Álvarez, funcionará en el Instituto una sección para el estudio de esta índole de problemas. Hemos instalado un laboratorio de metabolimetría, una oficina informativa y planeamos una organización que se extienda a instituciones que realizan obras conexas, como el comedor experimental del Ministro de Educación Nacional, la Oficina de Higiene Escolar, que según informes posee fichas interesantes a este respecto, el servicio de puericultura en organización, etc. Extenderemos las investigaciones al interior, entrando en relación con el Gobierno de los Estados y con médicos que en ello particularmente se interesen. Comenzaremos por el Estado Lara, cuyo digno Presidente el Doctor Honorio Sígala, fué distinguido discípulo mío en Barcelona y que se siente patrióticamente interesado por esta clase de estudios y en cuyo Estado, además actúa un médico que ha conseguido ya en el presente datos del más grande interés, el Dr. Bengoa. Pensamos ampliar progresivamente nuestra acción y para ello ha de sernos de mucha utilidad la cooperación del servicio de Estadística e Instituciones de Economía Política.
He aquí esbozado brevemente un ambicioso programa. Nos ha asistido la confianza del Ejecutivo Federal. Siempre, señor Presidente, habéis favorecido, habéis estimulado la obra, prestando la autoridad, emanación de la vuestra, tan alta y justificada. Mi gratitud es profunda, Mi voluntad y la voluntad de mis colaboradores se hallan sin restricción al servicio de los intereses de los Estados Unidos de Venezuela. Habéis querido acentuar vuestra disposición presidiendo este acto. Aceptad la expresión de mi reconocimiento por el aprecio que se ha hecho de mi persona y creed en mi total devoción por la tarea. Es común nuestro objeto. Y es mi deseo-deseo bien explicable- trabajar por el prestigio de Venezuela”.
Publicado por: Ministerio de Educación Nacional de Venezuela.
Caracas, 28 de junio 1940.