Quintero B., Karla C.
Profesora Instituto Ciencias de la Tierra, Facultad de Ciencias, UCV
Correo-e: [email protected]
Ciudadano Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela, Dr. Nicolás Bianco Colmenares; Dr. Pío Arias, en representación del Decano de la Facultad de Ciencias; Dra. María Esculpi, Decana de la Facultad de Ingeniería, Dr. Guillermo Barrios, Decano de la Facultad de Arquitectura.
Dra. Inírida Rodríguez Millán, Gerente Ejecutivo del Vicerrectorado Académico; Dra. Rosa Lacasella, en representación del Gerente General del CDCH de la UCV; Dr. Antonio Machado Allison, Gerente de Investigación y Cátedras libres, Autoridades y directores.
Dra. Consuelo Ramos de Francisco, Presidente encargada de la APIU, y demás miembros de la Junta Directiva; Dr. Nedo Panis, Vicepresidente de la Fundación UCV; Dra. Marisol Aguilera, Presidente de la ASOVAC; Dr. Claudio Bifano, Presidente de la Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales de Venezuela.
Dr. Felipe Brito Rodríguez y Dra. Sonia Camero Mejías, galardonados con los premios “Francisco De Venanzi” a la Trayectoria del Investigador Universitario en su vigésima quinta edición. Dr. Aly Pérez, MSc. Geralf Pineda y Lic. Jaime César, galardonados con los premios “Geociencias-APIU-Fundación UCV” Año 2013. Profesores acreedores del reconocimiento de Honor al Mérito “Francisco De Venanzi”.
Invitados, familiares y amigos de los investigadores homenajeados, profesores, estudiantes, demás miembros de esta Universidad, señoras y señores.
En 1978, hace ya 36 años, se crea en el seno de nuestra Alma Mater y gracias a los ideales del Dr. Francisco De Venanzi, la Asociación Para el Progreso de la Investigación Universitaria, con la finalidad de respaldar y apoyar la investigación de calidad en nuestra universidad.
Patrocinados por la APIU, el premio anual “Francisco De Venanzi” a la Trayectoria del Investigador Universitario, se ha venido otorgando desde 1988 con la finalidad de reconocer la abnegada labor de investigación del personal académico de la UCV, a la par de recordar el insigne trabajo del rector de rectores “Dr. Francisco De Venanzi” en pro de la investigación universitaria, quien durante 45 años nunca interrumpió sus trabajos de investigación, docencia y prácticas médicas.
Asimismo, con el apoyo de la Fundación UCV el premio “Geociencias-APIUFundación UCV”, es otorgado como reconocimiento y estímulo al esfuerzo intelectual, puesto en manifiesto en los mejores trabajos de Tesis de Pregrado, Postgrado y de trabajos de investigación del personal docente y de investigación de alto valor académico y de relevancia para las principales actividades de Petróleo, Geología, Geofísica y Geoquímica en Venezuela.
Ambos reconocimientos enaltecen la importancia de la investigación que colegas de esas áreas llevan a cabo en nuestra universidad. Hoy para mí es un gran honor tener la oportunidad de hablar en este acto en nombre de los galardonados.
Sin embargo, la alegría que sentimos por el reconocimiento recibido, no puede alejarnos de la realidad que nos agobia. La investigación en los tiempos que corren, en el seno de las dependencias universitarias, se ha convertido en una verdadera carrera con múltiples obstáculos. Lo primero que nos hace falta es dotarnos de una coraza lo suficientemente impermeable a las dificultades que debemos enfrentar, para que así broten las ideas e hipótesis. Debemos aislarnos de un día a día que nos transita en medio de un caos generado por protestas, desabastecimiento, insatisfacciones, injusticia, inseguridad y sobre todo despedidas de amigos y colegas…muchas despedidas. Luego, debemos armarnos de paciencia para tratar de entender porqué el presupuesto que se destina año tras año para hacer investigación en nuestro país es siempre deficiente. Y perseverando en el empeño, comenzamos a buscar amigos investigadores dispersados en las universidades de todo el planeta para que nos apoyen en la búsqueda de los artículos científicos que nos servirán de referencia en nuestra investigación, ya que nuestras universidades, desde hace muchos años no cuentan con las licencias necesarias para descargar artículos científicos en las principales bases de datos de revistas de investigación.
Tratamos de moldear muchos de nuestros proyectos con el llamado “Plan estratégico de la nación” para que tengan posibilidad de ser aprobados, porque sabemos que las ciencias básicas no tienen lugar en las estrategias que el gobierno le ha propuesto al país para el lapso 2013-2019. Si corremos con la suerte de que al menos un 10% de los proyectos de nuestros centros de investigación sean aprobados, nos toca entonces encomendamos a Dios para que las continuas devaluaciones de la moneda y el control cambiario no nos arruinen el presupuesto estimado y podamos adquirir al menos un 50% de lo planificado inicialmente en el proyecto. Y al final, con proyectos financiados o no, la receta para producir investigación de calidad en tiempos de carencia es, aliarnos con nuestros colegas investigadores, comenzar a practicar el trueque y mantener viva nuestra ilusión e intacta nuestra buena voluntad, interés y empeño de ser buenos investigadores.
En nuestras áreas de estudio, bastante afectadas se han visto las salidas de campo que disminuyen progresivamente por falta de presupuesto y por inseguridad. Sin lugar a dudas la investigación se hace hoy en día con un criterio de escasez extremo, algo indigno en un país donde el dinero es malbaratado, por decir lo menos. A nosotros nos toca ahorrar y reciclar, porque sabemos que quizás no podremos volver a adquirir el consumible que estamos utilizando y debemos garantizar que nos dure lo más que podamos. Reponer inventarios nos demora mínimo 6 meses en virtud de las distintas instancias burocráticas que implican importar reactivos, solventes y consumibles. Todo ello nos lleva a cuidar nuestras instalaciones, laboratorios y equipos, a veces, más que a nosotros mismos, porque quizás una pequeña falla eléctrica, puede costarnos la inversión de muchos años y una pérdida irreparable.
Esta serie de obstáculos en la investigación venezolana, nos ha llevado a la triste caída de la producción científica y lo que aún es más triste, la más enorme fuga de cerebros que se registrado en las últimas décadas. Basta con hacer un sencillo censo, tomando al azar cualquiera de nuestras promociones de pregrado, y nos damos cuenta que en todas ellas, siendo conservadores, más del 60% de nuestros egresados han buscado oportunidades de empleo o estudio más allá de nuestras fronteras, bien sea en ciencias afines a las cuales egresaron o simplemente poniendo como excusa un curso de inglés en el exterior.
Aquí vale preguntarse seriamente y preguntarlo también a quienes tienen posiciones de liderazgo, ¿dónde está el futuro?, pues la realidad de la migración venezolana no solo toca a los egresados de pregrado, para los egresados de postgrado la situación no es diferente y ni que decir de los profesores investigadores que han preferido dejar sus carreras por encontrar estabilidad y quizás paz en otro país.
Recientemente fueron publicadas en la prensa escrita cifras alarmantes sobre la ciencia en nuestro país. Según el Dr. Ismardo Bonalde, investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, desde hace 6 años la producción científica ha disminuido 38%, publicándose menos de 1000 artículos para el año 2013. No muy distinta es la realidad de la migración profesoral que también queda ejemplificada por el Dr. Bonalde con cifras de la Universidad Simón Bolívar, que hace 4 años contaba con 850 profesores investigadores y hoy solo le restan 572, lo que implica una caída del 33% de la planta profesoral. Si asumimos un comportamiento lineal, ningún cambio en la realidad nacional y la no apertura de concursos de oposición, podríamos extrapolar la curva de migración, y para el año 2022 solo contaríamos con el 1% de los profesores actuales en esta institución.
Esta cruel fuga de cerebros se debe principalmente a que el investigador venezolano es bien apreciado en el exterior por la extrema limitación con la que es capaz de generar conocimiento, ya que así fue formado durante su paso por las universidades venezolanas. Eso habla bien del desempeño de nuestra universidad que es aun capaz de producir un egresado curioso, capaz y de alto nivel académico. Pero que a la vez lamentablemente debe enfrentarse a los obstáculos antes mencionados cuando no se ve obligado a preocuparse por el abastecimiento de alimentos. Es entonces cuando se comprende que al tener a disposición todos los recursos para hacer investigación en el exterior, se convierta en una verdadera joya.
No obstante, a pesar de las adversidades, podemos demostrar que existe un gran esfuerzo por parte de los investigadores venezolanos por mantener estándares de calidad. Hecho que se demuestra al haber ascendido 6 puestos en el ranking QS Latin American University, en donde se evalúan calidad de los egresados, reputación académica, cantidad de personal docente, docentes con doctorado, citas bibliográficas de las publicaciones, relación investigadores/facultad y proyección en la web.
Investigar significa entonces, para todo aquel que lo hace con vocación, sumergirse en un mundo que no conoce de tiempo, de espacio ni de limitaciones. Quienes lo hacemos somos capaces de soñar y preguntarnos una y otra vez las razones de los comportamientos que observamos y estudiarlos. Allí es cuando el viaje se hace más interesante. Descubrimos, caracterizamos, categorizamos, formulamos, y concluimos nuestras investigaciones con la más agradable satisfacción de haber obtenido las respuestas que buscábamos, sin importar si estas nos favorecen o no. Así cerramos el ciclo y somos capaces de comenzarlo una y otra vez cuantas veces sea necesario.
Y es esa vocación la que nos permite mantener vivas las esperanzas de un porvenir mejor para la investigación científica y humanística en nuestro país, porque mientras permanezcamos firmes a pesar de las adversidades, sin acostumbrarnos y luchando día a día por mantener la calidad de nuestros investigadores; las puertas de cada centro de investigación permanecerán abiertas, las ideas intactas y los sueños de libertad podrán dejar de ser sueños para convertirse en realidad.
Por último debo agradecer a mi alma mater, la Universidad Central de Venezuela quien a través de la Facultad de Ciencias me han permitido comenzar a desarrollarme como profesional, a mis compañeros del Instituto de Ciencias de la Tierra y especialmente al grupo de investigación en el cual estoy adscrita, el de Geoquímica Orgánica del Petróleo, profesores Liliana López y Salvador Lo Mónaco, más de 30 años de investigación, dedicación y esmero para que hoy en día podamos contar con instalaciones y equipos de calidad, profesora Patricia Lugo, la alegría de mi trabajo. Son ustedes tan acreedores de este reconocimiento como yo. Agradezco también a los grandes maestros que me han inspirado e inculcado el espíritu investigativo, profesores Anna Gann, Claudio Bifano y Liliana López. A la Asociación Para el Progreso de la Investigación Universitaria por su reconocimiento, a mis padres, mi hermana y mi esposo, que han sabido comprender mis ausencias y mi dedicación al trabajo, y han estado a mi lado cuando más los he necesitado. Para finalizar, el más amoroso de los agradecimientos al mejor regalo que he podido recibir de Dios este año, mi pequeño Adrián.
Muchas Gracias